Intentábamos pasar desapercibidos y el secretismo contagiaba a todos, incluso a los más pequeños de la familia, Lucía y Carlitos, intentaban no disgustar a Mario y Jimena ni distraerles con fiestas o reuniones así que cuando se enteraron de que en el colegio se iba a celebrar un festival de integración social entre padres e hijos decidieron resignarse y no hacerse ilusiones.
Pero Mario no estaba dispuesto a esconder a sus hijos como si fuesen delincuentes y, sin pensárselo dos veces, decidió apuntarse, con todas las consecuencias. Algo sencillo para una familia normal, pero para nosotros los Castillo era, sin duda, un reto. ¿Cómo íbamos a mantener la apariencia de una vida corriente frente a los padres y la incisiva Rosa Ruano?
Los padres de los niños no sólo serían los que fueran de fiesta, ya que mis compañeros de clase y yo seriamos invitados a una fiesta en casa de Leo. Una noche que prometía desfase y diversión, y que Hugo el único amigo de Lucas en el colegio y él no querían perderse... Costara lo que costara.
Y este encuentro iba a ser una buena excusa para que Culebra, excluido de los planes de Leo, decidiera hacer una contraoferta asus compañeros de clase: Otra fiesta en un lugar emocionante... Y peligroso: VILLA DORITA.
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